El Estado de derecho cede ante los okupas y Colau

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El juez y los mossos rechazan desalojar a los anti sistema de dos edificios ocupados en el barcelons barrio de la Bonanova y abandonan a los vecinos

Casas okupadas de la Bonanova
Casas okupadas de la BonanovaFoto: Gorka LeizaAraba

En mayo de 2014, al entonces alcalde de Barcelona, Xavier Trias, hoy a su tercera edad candidato a la reeleccin y ungido por los Pujol para revivir la Convergncia del 3%, un incendiario conflicto con el local okupa conocido como Can Vies socav su imagen de autoridad y buena gestin, al permitir cuatro noches seguidas de violentos disturbios en el barrio de Sants, tras un fallido intento de desalojo.

Hogueras y destrozos sin control que fueron un ensayo previo a la revuelta de “las sonrisas” del procs y que acabaron de hundir al convergerte, amn de impulsar a la alcalda a Ada Colau como recompensa a quien haba ejercido de principal ideloga, activista de la PAH y smbolo de el nihilismo anti sistema -contra la legalidad, contra Espaa y finalmente contra sus propios intereses – en el que se haba sumergido en masa el burguesito barcelons. El mismo burgus que pronto gritara disfrazado de amarillo “independencia, independencia!” y que ahora clama, desesperado por la ruina moral, econmica y esttica de su ciudad, en contra de una alcaldesa que ha sido una calamidad, pero que a la vez le ha servido de chivo expiatorio. Con la esperanza de que el conflicto provocado por las casas okupadas en el barrio de La Bonanova signifique su tumba poltica. El Can Vies del colauismo.

Obviamente, no es casual que el estallido de esta crisis se produzca en el inicio de campaa municipal, cuando los maleantes en propiedad ajena, violentos antisistema de pasamontaas , iPhone 15 y pretensiones aristocrticas de vivir sin dar palo al agua, llevan desde hace dos aos atemorizando a los vecinos de esta zona de clase bien, pero que con el paso de tiempo se ha ido vulgarizando al perder las prgolas y el tenis en las que se refugiaba Gil de Biedma.

Robos a menores y comercios, pintadas amenazantes, fiestas ilegales, trapicheos, disparos con balines a los transentes… Un sin fin de delitos e incomodidades sin que ningn partido de los que en las ltimas semanas se han puesto al frente de la protesta -Cs, Valents y Vox- por electoralismo, ni por supuesto el Ayuntamiento zurdo, decidieran acabar con una situacin que han dejado que se enquistara hasta convertirse en un grave problema de seguridad ciudadana.

Ya fuera porque la mayora de los representantes municipales preferan no verse salpicados por una cuestin que, inevitablemente, iba a exigir una contundente intervencin policial; o porque, como en el caso de la indiferencia mostrada por la alcaldesa ante las quejas vecinales, ella misma haba permitido y fomentado la ocupacin de la Bonanova como parte de su estrategia de castigar a los barrios ms acomodados para, as, agitar la guerra de clases y la divisin social.

Fiel al manual del populismo iberoamericano, del que Colau es una destacada avanzadilla, y al relato sectario del violento izquierdismo barcelons de principios de siglo XX, la alcaldesa ha convertido durante su mandato a los vecinos de la pudiente zona alta de Barcelona en sus enemigos. Negndoles a “esos pijos” los equipamientos, servicios de limpieza y presencia policial que s disfrutan otros barrios ms amables con ella en las elecciones. Como el chavismo venezolano, mimando los caladeros de votos de los Comunes.

Este efectivo discurso clasista, al que se ha apuntado Gabriel Rufin, declarando que “los vecinos de la Bonanova necesitan de todo menos ayuda”, as como la fascinacin por la desobediencia anti sistema que ha impregnado la sociedad catalana -con “los chicos de la CUP” como referentes- tras ms de una dcada de procs, son una garanta para Colau de que la crisis por los okupas a los pies del Tibidavo no le pasar apenas factura electoral.

Ms bien todo lo contrario. Le favorece, ya que los colectivos de extrema izquierda y vagancia que forman su base de votos han salido en apoyo de los okupas de la Bonanova -barrio donde en las pasadas elecciones se impuso Manuel Valls – y han presentado su choque con los vecinos como una “lucha anti fascista” y contra el prfido capital.

A esta invectiva contra “los cayetanos” barcelons se han sumado la mayora de medios catalanes, incluso la emisora Rac-1 ha enviado a sus esbirros del idiota jiji jaja, marca de la casa, a burlarse de los preocupados vecinos. Todo ello bajo el manto de los Mossos, una polica nacida para incumplir la ley, y de una jueza acobardada que ha parado el desalojo y ha pedido abrir un proceso de “dilogo” con los okupas. Certificando, por si no qued claro en 2017 o con los molestos cortes indepes de la avenida Meridiana, la desaparicin del Estado de derecho en Catalua.

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